Viniendo desde Santoña dejamos atrás los suelos encementados de Argoños — un ejemplo a evitar dado su bochornoso aspecto enladrillado como consecuencia de un desmesurado crecimiento urbanístico — y nos adentramos en los campos vírgenes de la Villa de Escalante, prados solitarios e inhóspitos, con alguna que otra casa despistada que olvidó dejar su lugar a los pájaros. Sorprendente la transformación tan violenta del ladrillo a la hierba. Lo mismo ocurre desde Gama aunque esta sensación es menos chocante.
Si el caminante continúa la senda, observará en primer lugar la espantosa cicatriz de nuestro emblemático Montehano, como si de un mordisco de un perro de presa se tratara. Esta herida que aun perdura en el tiempo, nos llega a la memoria una incansable e interminable batalla judicial y moral que tuvo lugar hace ya bastantes años, entre los Vecinos de Escalante contra el expolio perpetrado por unas personas sin escrúpulos que pretendían que el monte fuera explotado en manos privadas de manera gratuita, con poco o ningún beneficio al pueblo. Pero esto es una historia a parte.
Historia a parte sí, pero que resulta ser el comienzo de nuestra exposición, como si de una novela policíaca se tratara (misterio, corrupción, chanchullos, juicios…). Pues el caso es que la sobreexplotación ilegítima de la cantera de Montehano inicia el cisma entre los habitantes del pueblo que hasta hoy perdura, y que el presente narrador harto de callar prefiere vomitarlo todo cuanto sabe, oído y leído, antes de reventar. Y resulta que, además de soportar la expropiación barata de nuestro monte, ya que el Ayuntamiento de Escalante es el propietario del mismo, da la coincidencia de que unos excesos de áridos originados de la propia cantera de nuestro monte van a parar a la marisma de Escalante, con la disculpa de solucionar un problema de basuras ilegales en la propia mar, cuando la realidad era resolver un problema a una empresa privada, que no tenía donde echar las áridos sobrantes, áridos, tanto sobrantes como no sobrantes que la empresa tenía la obligación de utilizar para regenerar el monte, y el Ayuntamiento el deber de exigírselo; ya que no se trataba de una cantera de explotación de áridos sino de una mina de dolomía a cielo abierto. Afortunadamente, el Estado, a pesar de la vergonzosa oposición del Ayuntamiento, en el año 1993, caducó la concesión de explotación del monte.
¡Válgame Dios! ¡. Y el Ayuntamiento además de no exigir la restauración del monte y paralizar la venta fraudulenta de los áridos, mantuvo la irresponsabilidad de seguir beneficiando a dicha empresa, rellenando la mar, sin autorización del Estado, propietario de la misma. Corrijo, pidieron permiso una vez completado el relleno, con unos áridos procedentes de nuestro monte y que encima el Ayuntamiento tuvo que pagar a la entidad privada, sin haber obtenido nunca permiso del Estado para el relleno.
¿El alcalde de entonces cometió corrupción? Yo no tengo esa respuesta. Pero resulta sospechoso que prácticamente en la mayor parte del pueblo no se pueda construir debido al PORN y el POL, mientras que en la Ribera está completamente edificada incluso hasta pie de mar, porque el Ayuntamiento clasificó URBANO en las Normas del año 1987, aún vigentes, toda la zona y se olvidó del resto del pueblo. ¿No les da que pensar? Y si observamos que son 1’8 hectáreas lo que hay que levantar y no 2 que es lo que en realidad corresponde al relleno total ilegal, nos daríamos cuenta que el 0’2 Ha que el Estado nos regala tiene la finalidad de dotar los 20 metros suficientes para evitar que una serie de bloques de edificios (y que no son pocos) sean derribados, cuyas licencias de construcción fueron otorgadas por el propio Ayuntamiento, pues el susodicho relleno desplaza la ribera del mar. Y encima nosotros protestando a la Administración y a los Jueces.
¿De quién eran esos terrenos de la Ribera y por qué no les ha afectado el POL ni el PORN?